Eterna primavera en mi piel florece

Me florecen dos primaveras




Eterna primavera en mi piel florece
y es Templo de deseo y hermosuras.
¡OH! Deleitosos, afloran mis senos,
allá por donde el día resplandece…
Con rosáceas aureolas y frescuras,
que culminan mi valle de luz llenos.

¡Ay! Levantad los ojos amado mío,
de las sombras que os impiden ver…
la rueda plateada que en pasión porfío,
y las estrellas de sus crestas remover.


¡Alzad las manos hacía estos montes!
Tan proporcionados, los dos tan iguales
con movimientos ciertos quizá atines…
que se estallen sus botones eternales.

Mirad que flores más graciosas y puras;
se abren al contacto de vuestros dedos…
Son ambos luces de vida y de venturas,
iluminando las entrañas de otros mundos.

La virtud de vuestro tacto con paciencia
ansiosos entregados al dulce sueño
esperando la galantería y su permanencia
de tus manos urgentes; pues sois su dueño.

Dos picos se alzan en la llanura,
de ésta geografía que es mi cuerpo;
sobresalen por entre la espesura…
y por ende los mástiles de mi puerto.

Las lágrimas en cánticos se convierten,
al paso de tus agasajos enardecidos…
creando un concierto dulce de gemidos,
y las honras de tus lunas los desvisten.

¿Quién los pudo librar? ¿Quién de tus manos?
¿Podrá Dios? ¿Podrá su gloria vencedora?
Yo creo que su diestra; hará esfuerzos vanos…
¡Pues ni él puede arrobar, lo que es tuyo ahora!

Mercedes
Mertxy
Mil besitos de agua